Había pasado muchas veces por aquel lugar, me era muy familiar, hasta el punto de que enseguida me percaté de que algo estaba cambiado; aminoré la marcha y retrocedí para comprobar lo que había percibido. Efectivamente, el espacio destinado a poner información sobre lo que sucedía en la localidad había sido invadido por un dibujo, un extraño colage que sustituía a los habituales pasquines tamaño folio que casi nadie leía, ¿el motivo?, una flor, una sencilla flor de cinco pétalos naranjas y tallo verde que si duda alguna quería expresar algo. Estaba realizado sobre un papel marrón de los que se pueden utilizar para empaquetar algo y rezaba un pequeño texto en un bocadillo realizado a tal efecto, el texto decía: " Welcome if ever you had gone " que literalmente diría: bienvenido si alguna vez te has ido. Un texto que en principio no veo la necesidad de expresar en ingles, a no ser que el autor fuera un ingles nativo que no dominara el castellano o que el autor pretendiese que el mensaje llegara tan solo a una pequeña parte de la población; por otra parte el contenido del texto no dejaba clara cual era su intención o a quien iba dirigido, lo que creaba un cierto misterio en torno a él.
El cartel mostraba ya ciertos desperfectos, incluso se dejaban ver rastros que indicaban que se había pegado algún que otro bando encima y que alguien, con la paciencia suficiente como para no estropear nada, había quitado, dejando tan solo una pequeña linea de papel blanco; probablemente fuera el autor del colage, que sin duda preferiría que su obra permaneciera tal y como él la concibio: limpia, sin nada a su alrededor que la molestara, como si de algo sagrado se tratase, enmarcado en aquel soporte de hierro rematado con una pequeña cornisa a modo de adorno.
El cartel mostraba ya ciertos desperfectos, incluso se dejaban ver rastros que indicaban que se había pegado algún que otro bando encima y que alguien, con la paciencia suficiente como para no estropear nada, había quitado, dejando tan solo una pequeña linea de papel blanco; probablemente fuera el autor del colage, que sin duda preferiría que su obra permaneciera tal y como él la concibio: limpia, sin nada a su alrededor que la molestara, como si de algo sagrado se tratase, enmarcado en aquel soporte de hierro rematado con una pequeña cornisa a modo de adorno.
Después de dedicarle un buen rato a la observación de aquel trabajo subí de nuevo a la furgoneta y me dirigí a casa; por el camino meditaba sobre el motivo de aquel cartel, por un lado pensaba no sin alegría, que por fin en el pueblo estaban sucediendo cosas de verdad en el campo de la expresión plástica, ya que se trataba de algo anónimo y espontaneo, fuera de las pocas actuaciones que se habían realizado días atrás; por otra parte detrás del trabajo se notaba la mano de una persona que no solamente lo había hecho sino que procuraba su mantenimiento; el hecho del anonimato en especial me ofrecía cierto placer: alguien se había apuntado a la corriente iniciada poco antes por un grupo de personas afines a este tipo de manifestaciones, o alguien había elegido ese marco para hacerlo suyo y desde él comunicar algo; ambas opciones me parecían igual de gratificantes. La cuestión estaba bien clara para mi, el trabajo había que fotografiarlo, merecía la pana constatar que algo se movía y por otra parte, podía suceder que algún operario de la cuadrilla municipal pensara que aquello no correspondía con lo que debería de haber en el panel y optara por destruirlo , así es que cogí la cámara y la guarde en la furgo para que no se me olvidase el día siguiente.