lunes, 13 de octubre de 2008

La puerta del agua

El agua tiene una puerta: El suelo la recoge, recorre un laberinto subterráneo de multitud de raíces, asciende por el tronco hasta perderse en un mar de verdes hojas. De allí ....... al cielo.




"La puerta del agua"

170 x 45 x 45 cm.

Pino silvestre.




















Un lugar ...mágico

Existen lugares mágicos, apartados, solitarios, vivos en la ausencia. Por la razón que sea hay lugares que despiertan en los sentidos una alerta especial que permiten captar sensaciones fuera de lo común, uno de estos lugares lo conocí , o mejor dicho me lo enseñó, mi padre, en la década de los sesenta; un fin de semana, nos cogió a mi hermano y a mi, nos monto en la vespa con sidecar y nos regalo un viaje del que solo guardo recuerdos puntuales, pero muy intensos, tan intensos que alguno ha flotado sobre mi cabeza hasta estos días, en que por fin he logrado ajustar todos geográficamente.





Recordaba, unos cuerpos gigantescos de paquidermos prehistóricos, yacentes y semienterrados, bajo una especie de garaje con techado de uralita situado en mitad de la nada, entre campos cultivados; recuerdo agua, cascadas de agua y estanques cristalinos donde se podían observar las evoluciones de las truchas; una casa absolutamente increíble albergada dentro de una roca, pero no , no se trataba de una cueva,sino de una gran piedra en la que a base de trabajo de, cincel, de pico y pala había sido convenientemente vaciada, y excabadas dentro dependencias, habitaciones y hasta estantes; recuerdo por último un bello pueblo, que más que pueblo, parecía una villa medieval anclada en el tiempo.





Por las razones que sean estos lugares, sobre todo la notable villa la he visitado a lo largo del tiempo en varias ocasiones, siempre de forma fortuita y aunque es pequeña y se recorre en muy poco tiempo, cada vez que he vuelto, he encontrado rincones y sitios que anteriormente no había visto, o recapacitado sobre ellos.



La villa, se encuentra situada en lo alto de una meseta, desde la que se divisan diversas vías de comunicación; en su día este motivo debió ser un argumento de primera magnitud para ser codiciada por diferente civilizaciones, de tal forma ,que podemos encontrar restos romanos, árabes, y por fin medievales donde el tiempo por cansancio optó por parase para tomar un respiro y que hoy afortunadamente parece que todavía no ha vuelto a echar a andar, más bien decidió que quien quisiera gozar de la velocidad humana, debería bajarse de la mesetilla y asentarse en el valle, al lado de lo que en su día pudo ser una calzada romana luego una carretera nacional y en la actualidad una autopista .







Una vez parado el tiempo, comieza a surgir esa otra vida, que consiste simplemente en permanecer mientras los días pasan viendo como nace el sol y como despuntan las estrellas, sintiendo los días de frías nieblas y los azotes de las lluvias sobre los escudos blasonados que parecen proteger las viviendas , amén de las tórridas jornadas de verano; la vida asciende por los muros abandonados es paradójico que la vida de un lugar se aprecie a través de la muerte de sus edificios y que el tiempo parado, se ponga en marcha cuando somos capaces de ensoñar una historia inventada con la que hacer realidad esas callejuelas o plazuelas.







Al finalizar mi última exposición ( Bosque... luego existo) en la galería Dionís Bennassar, Miguel Tugores me propuso la posibilidad de llevar alguna pieza al Palacio Ducal, lugar que en parte ha sido rehabilitado para darle un uso de carácter artístico y cultural , ofreciendo una serie de espacios o salas expositivas bien concebidas; ciertamente no lo pensé dos veces, y aunque las piezas no han sido pensadas para ese lugar en concreto y no tienen un hilo de conexión entre ellas, he tratado de mostrar tres piezas con contundencia, una de ellas (Burka) si parecía estar predestinada al lugar que ocupa, pues este es una sala de planta cuadrangular pintada toda ella de negro, circunstancia esta que sin dudar potencia la pieza tanto en su aspecto formal como conceptual.








"Nogal" 235 x 35x 35 cm.
Madera de nogal / 2004

















"Burka" 240 x 40 x 30 cm

Cedro del Atlas / 2007








"Las tres Gracias" 230 x 40x 40 cm.
Cedro del Atlas / 2006



Esa maravillosa villa de la que he hablado, no es otra que Medinaceli, Soria.











































Cuando la Naturaleza se desnuda






Tapado el objeto de deseo

tras el intenso follaje de árboles y arbustos,

escondido, íntimamente escondido,

acunado por el susurro

de la cercana fuente,

apenas insinuado, desde la curva

de una sinuosa carretera,

permanentemente protegido

por dolorosas espinas,

aquellas largas varas de zarza

que sus manos tejieran
el pasado el verano.
Ahora el nido se perfuma de otoño

y

poco

a poco

como si de un estriptease se tratara,

comienza a mostrarse

acompásado,

por la caída de las hojas.






Todo ello,

cuando la naturaleza se desnuda







Humildemente: Zimmer, -guardian de la locura.-
Instalación realizada por Lucia Loren.