Tapado el objeto de deseo
tras el intenso follaje de árboles y arbustos,
escondido, íntimamente escondido,
acunado por el susurro
de la cercana fuente,
apenas insinuado, desde la curva
de una sinuosa carretera,
permanentemente protegido
por dolorosas espinas,
aquellas largas varas de zarza
que sus manos tejieran
el pasado el verano.
Ahora el nido se perfuma de otoño
y
poco
a poco
como si de un estriptease se tratara,
comienza a mostrarse
acompásado,
por la caída de las hojas.
Todo ello,
cuando la naturaleza se desnuda
Humildemente: Zimmer, -guardian de la locura.-
Instalación realizada por Lucia Loren.
No hay comentarios:
Publicar un comentario