Todos nuestros días, desde hace ya algún tiempo, nos vienen machacando, asustando y alienando con la murga de la crisis; que quieren que les diga, no es que me alegre de la situación actual, sobre todo la de los menos favorecidos, que como siempre acaban pagando los platos rotos, pero ahora me permito el lujo de no salir a cenar por ahí, ceno en mi casa con los amigos, que es más sano, más barato, y más bonito; de no tener que comprarme más ropa, por que no la necesito, tengo suficiente hasta que me muera; de no tener que preocuparme de si cambio o no de coche, el que tengo con diez años funciona de maravilla y espero que me dure otros tantos; me permitiré el lujo de no obligar a mis hijos a realizar todas las actividades extra- escolares del mundo, y así podrán descansar un poco más y jugar en el parque, como deben hacer los niños; me alegro de no tener que consumir porque sí, para que los ricos sean más ricos, que por cierto a ellos no les afectan nunca estas cosas. En definitiva, bendita crisis, que nos permite pararnos y ver la vida de otra forma.
1 comentario:
A veces las crisis son necesarias para poner las cosas en su sitio. A lo mejor cuano estabamos en crisis era antes de la crisis.
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