Hay personas que parecen creer que van a alcanzar la inmortalidad. Ayer se acerco a mi taller un potencial cliente - así llamamos a todo aquel que se acerca a nuestra obra pensando ilusamente que nos van a comprar algo, nada más lejos de la realidad-; en principio la obra le parecía muy sugestiva, realmente impactante, y muy muy original - según palabras suyas- eso si, había un pero, el material; la madera es un material.... digamos que poco duradero, tiende a variar con el tiempo, y a veces se agrieta, le salen fisuritas... no es como la piedra, o el bronce, es como de segunda clase - insistía-; salimos del taller y dimos un pequeño paseo por el jardín donde tengo colocadas las piezas de exterior. ¿Lo ves? ¿ves lo que te digo de las grietas y como se deteriora la madera?; yo atendía ensimismado a sus explicaciones intentando no darle un golpe en la cabeza; precisamente las piezas de exterior están así, porque yo lo quiero, porque me gusta ver como trabaja el tiempo y la naturaleza sobre ellas, y a pesar de ello, les doy un tratamiento, para frenar o paralizar ese proceso cuando yo lo estimo conveniente.
Me venían a la cabeza las imágenes de la madera gastada por el tiempo de las ruedas de carro de olmo, o los yugos de los bueyes de principios del siglo pasado, también edificios o iglesias enteras fabricadas de madera del siglo XV, o los coros , sillería y retablos de épocas más antiguas todavía; según el iba hablando, las imágenes que mi cerebro recordaba de objetos realizados en madera y que aun hoy existen se retraían en el tiempo, hasta los objetos fabricados por los egipcios hace tres o cuatro mil años. Entonces caí en la cuenta de que esta persona, ya no era un potencial cliente ni merecía serlo.
Creo que las obras de arte, deberían auto destruirse en un determinado tiempo, - lo que dure el comprador- de esta forma, evitariamos la mercantilización de la misma y el hecho de que individuos como este piensen que una obra de arte es un negocio y no un ejercicio de sensibilidad.
Además así los artistas vivos quizás pudiéramos vivir de lo que hacemos, y no esperar a la muerte como es el caso de muchos autores para que su obra alcance un valor del que no se va a beneficiar y que además no le corresponde.
Me venían a la cabeza las imágenes de la madera gastada por el tiempo de las ruedas de carro de olmo, o los yugos de los bueyes de principios del siglo pasado, también edificios o iglesias enteras fabricadas de madera del siglo XV, o los coros , sillería y retablos de épocas más antiguas todavía; según el iba hablando, las imágenes que mi cerebro recordaba de objetos realizados en madera y que aun hoy existen se retraían en el tiempo, hasta los objetos fabricados por los egipcios hace tres o cuatro mil años. Entonces caí en la cuenta de que esta persona, ya no era un potencial cliente ni merecía serlo.
Creo que las obras de arte, deberían auto destruirse en un determinado tiempo, - lo que dure el comprador- de esta forma, evitariamos la mercantilización de la misma y el hecho de que individuos como este piensen que una obra de arte es un negocio y no un ejercicio de sensibilidad.
Además así los artistas vivos quizás pudiéramos vivir de lo que hacemos, y no esperar a la muerte como es el caso de muchos autores para que su obra alcance un valor del que no se va a beneficiar y que además no le corresponde.
1 comentario:
Me gustan las esculturas con formas orgánicas aunque esten realizadas en piedra o metal porque le dan alma a estos materiales que en principio no tienen vida. La madera siempre está viva, gracias o a pesar del artista que la maneje. El colmo es que un artista le quite la vida a la madera...
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