Hades, paseaba carretera arriba alternado sus pasos musicales con rimas a veces imposibles; el amor es fácil pero expresarlo a veces cuesta más de lo que pensamos; uno tras otro vomitaba versos como si de su cuerpo huyeran, siempre al compás de sus pasos, siempre en un hip-hop enloquecedor que iba ascendiendo de tono a medida que una palabra empujaba a otra. Al llegar al cruce se detuvo delante del panel de chapa que daba cobijo al misterioso cartel; miro a su alrededor queriendo confirmar su soledad para después centrar su mirada en la casa que quedaba a su derecha, una casa de piedra y ladrillo rojo en la que tan solo destacaba un pequeño balcón con ropa tendida; por un momento pareció convertirse en estatua y solo su cabeza se movía oscilando entre el expositor y el balcón. Hades, hacia tiempo que soñaba con tener entre sus brazos a Airam, pero nunca se lo había dicho,es más, nunca había cruzado una palabra con ella, bueno, o si: cada vez que quería transmitirla algo, se lo hacia saber mediante un pequeño escrito dentro del cartel, evidentemente siempre eran mensajes cortos, y medio disimulados , no eran explicitamente peticiones, sino más bien insinuaciones ; él pensaba que Airam era una mujer muy lista, y que sin duda sabría lo que él quería es más , estaba convencido de que ella no tenia ninguna duda sobre la autoría de los carteles aunque dudaba de su buena interpretación. Hades continuaba moviendo de un lado a otro la cabeza como queriendo captar algo, cualquiera que lo viera, podría pensar que andaba tras el vuelo de algún pájaro de los muchos que frecuentaban el lugar; en un momento determinado y después de fijar su atención en aquel balconcillo durante unos segundos que parecieron días, se acercó al cartel y de un movimiento certero lo arrancó y plegándolo varias veces lo guardó en el interior de su camiseta, junto a su pecho.
La tarde continuaba, emprendió de nuevo la marcha. con su ritmo habitual, sin pausa, esperando que algún día esa mujer entendiera aquello que sentia por ella.
La tarde continuaba, emprendió de nuevo la marcha. con su ritmo habitual, sin pausa, esperando que algún día esa mujer entendiera aquello que sentia por ella.
Airam había pasado una mala noche , no dormía bien desde hacia algún tiempo, su cabeza no la dejaba descansar , el trabajo, su ex, sus hijos, ya se sabe, ese cúmulo de cargas que llevamos arrastrando y de las que no sabemos como deshacernos, además continuaba echando en falta un cuerpo amigo a su lado con quien compartir las miserias, amén de algún que otro placentero rato de sexo; descansaba en el sofá frente a la balconada, el sol se colaba por ella y acariciaba sus piernas suavemente, la entrada del otoño permitía que los rayos entraran más profundamente en la casa e invitaba a despojarse de la ceñida ropa que la vestia ; por un momento su cabeza pensó en el cartel, ese cartel que a veces la dedicaba bonitas palabras
y que misteriosamente aparecía y desaparecía como por arte de magia. ¿Que pretendía la persona que los colgaba? si iban dirigidos a ella ¿por qué no conocía a su autor? en algún momento llegó a pensar que quizás fuera una persona muy fea, o muy tímida, o ambas cosas, la cuestión es que deseaba de alguna manera, que esas palabras se transformaran en actos, en besos, en abrazos. Instintivamente, inclino su cabeza hacia adelante para observar el expositor; el corazón comenzó a latirle muy rápido, había alguien parado frente el cartel, a su cartel, pero no podía asomarse para verlo con nitidez debido a su desnudez, no podía aparecer así sin más delante de la persona que la estaba cortejando; se dirigió a su habitación dando trompicones y haciendo volar todos los objetos que se encontraban a su paso, rapidamente se enfundó la primera camiseta que tuvo a mano y volvió con paso ligero hacia el balcón. Dudó, no sabia si salir abiertamente o quedarse tras los visillos, deseaba ver a su personaje, identificarle y ver como cambiaba el mensaje, qué otro alago recibiría o qué otra petición. La necesidad pudo con ella y salio al balcón; su mirada se posó sobre el muchacho del cartel, su cara le era conocida, era el joven de pelos largos que andaba a saltitos recitando salmos o lo que fuera; de nuevo se había equivocado, simplemente era un paseante habitual que se había parado a leer el cartel, movido seguramente por la curiosidad, aunque ella estaba convencida de que no entendería nada, pues solo a ella y para ella iba destinado el mensaje; según se volvía para entra de nuevo en la casa con la cara algo contrariada, su mirada se cruzó unos instantes con la del paseante que continuaba su camino.
Airam se acurrucó de nuevo en el sofá, con la cabeza reposando sobre él y sus manos unidas entre las piernas mirando en dirección al cartel, quizás , esperando de nuevo poder descubrir algún día a esa persona que le dedicaba bonitas palabras.
y que misteriosamente aparecía y desaparecía como por arte de magia. ¿Que pretendía la persona que los colgaba? si iban dirigidos a ella ¿por qué no conocía a su autor? en algún momento llegó a pensar que quizás fuera una persona muy fea, o muy tímida, o ambas cosas, la cuestión es que deseaba de alguna manera, que esas palabras se transformaran en actos, en besos, en abrazos. Instintivamente, inclino su cabeza hacia adelante para observar el expositor; el corazón comenzó a latirle muy rápido, había alguien parado frente el cartel, a su cartel, pero no podía asomarse para verlo con nitidez debido a su desnudez, no podía aparecer así sin más delante de la persona que la estaba cortejando; se dirigió a su habitación dando trompicones y haciendo volar todos los objetos que se encontraban a su paso, rapidamente se enfundó la primera camiseta que tuvo a mano y volvió con paso ligero hacia el balcón. Dudó, no sabia si salir abiertamente o quedarse tras los visillos, deseaba ver a su personaje, identificarle y ver como cambiaba el mensaje, qué otro alago recibiría o qué otra petición. La necesidad pudo con ella y salio al balcón; su mirada se posó sobre el muchacho del cartel, su cara le era conocida, era el joven de pelos largos que andaba a saltitos recitando salmos o lo que fuera; de nuevo se había equivocado, simplemente era un paseante habitual que se había parado a leer el cartel, movido seguramente por la curiosidad, aunque ella estaba convencida de que no entendería nada, pues solo a ella y para ella iba destinado el mensaje; según se volvía para entra de nuevo en la casa con la cara algo contrariada, su mirada se cruzó unos instantes con la del paseante que continuaba su camino.
Airam se acurrucó de nuevo en el sofá, con la cabeza reposando sobre él y sus manos unidas entre las piernas mirando en dirección al cartel, quizás , esperando de nuevo poder descubrir algún día a esa persona que le dedicaba bonitas palabras.
2 comentarios:
Buena historia
Como la vida misma.
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